sábado, 22 de octubre de 2016

Todo es uno

Ariel Bension (1880-1932), doctor en filosofía e historiador de ascendencia sefardita, considerado el último de los grandes sufíes judíos, escribió en El Zohar en la España musulmana y cristiana (1931), explicando cierto pasaje de este libro esencial de la corriente cabalística, que: 

"La vida humana –dice el Zohar en alguna parte- se amplía por medio de la vida universal. El objeto del Universo se teje a través de la vida del ser humano. Por consiguiente, el hombre es prevenido de vivir de tal manera que a la puesta de sol sienta en sí que su día no ha sido malgastado sin acción. Pues el hombre, malgastando su propio día, ha malgastado también el día del Universo entero”. 

El hecho que se esconde tras esta afirmación -a saber: que todo cuanto existe, en el mundo físico y en cualquiera de los otros mundos que escapan a nuestros sentidos, está unido; que Todo es Uno- arroja sobre nuestros pobres hombros la responsabilidad de tener que ser permanentemente acción, entendiendo por tal aquélla que es útil, que es provechosa, y no ya cada día, como señala Bension, sino en la suma completa de nuestros días, pues si malgastando uno solo de ellos malgastamos el día del Universo, malgastando nuestra vida entera estaremos, de algún modo que escapa a nuestra conciencia, malgastando también la vida de todo el Universo. 

Según relata Plinio el Viejo, los tracios echaban en una urna una piedra blanca o una negra al finalizar el día, según si éste había sido favorable o infausto, y bastaba con que al morir se contaran unas y otras para saber si habían sido felices o no durante sus vidas. Cuánto bien nos haríamos a nosotros mismos –y al Universo, incluso al Multiverso que propone la teoría de cuerdas- si actuáramos como si realmente pudiéramos intervenir de forma positiva en cada una de nuestras acciones, sin permitir que las cosas ocurran sin más, fatídicamente, como dejándose arrastrar hacia la piedrita blanca o la negra por sí solas.

 NASA; ESA; G. Illingworth, D. Magee, and P. Oesch, University of California,
Santa Cruz; R. Bouwens, Leiden University; and the HUDF09 Team

6 comentarios:

José Luis Martínez Clares dijo...

Esta mañana le he dicho a mi peque que no esté de mal humor, porque el 22 de octubre de 2016 no se volverá a repetir. Hay que aprovechar, amigo Juan, que no haya en nuestra urna más piedras negras de las precisas. Un abrazo fuerte

Juan Herrezuelo dijo...

Habría que pensar en una especie de Carpe Diem universal, querido JOSÉ LUIS: aprovechar el momento no solo para beneficio de uno mismo, sino para ayudar a un equilibrio en positivo del todo. Ganarse de verdad la piedra blanca. Abrazos

Diana H. dijo...

Querido Juan, a medida que pasan las cosas y la vida, soy más consciente de ese Carpe Diem. Las tristezas llegan solas; no claudiquemos en intentar regalarnos algunos presentes memorables.
Un gran abrazo.

Juan Herrezuelo dijo...

DIANA H.: Carpe Diem porque tempus fugit: ya lo sabían los antiguos y lo podemos certificar cada uno de nosotros llegado cierto punto de nuestras vidas. Las tristezas se chocan con nosotros, para los momentos memorables hay que estar atento o muy bien pudiera ser que se deslizaran discretamente a nuestro lado sin ser notados. Un abrazo

abril en paris dijo...

Vivir el momento, amar lo que hacemos y a la gente que nos rodea. Vivir como si fuera el último.

¡Qué gusto leerte y compartir verdades como ésta que nos propones!

Un beso, aquí y ahora, amigo Juan.

Juan Herrezuelo dijo...

Amiga ABRIL: esa expresión de vivir cada día como si fuera el último ha pasado en el lenguaje moderno a vivir "como si no hubiera un mañana", pero en el sentido de quemar todos los cartuchos, desatadamente, y no es eso, ¿verdad? Es un vivir para gozar, que decía aquella peli de Cary Grant y Kate Hepburn, vivir apurando deliciosamente el regalo de cada instante. Yo por ahora estoy asimilando la teoría, no creas. Gracias, ABRIL. Un beso.